¡Colabora!

2017-06-04-16-33-32-2.jpg

El objetivo de este post es visibilizar las ventajas de la colaboración empresarial, así como los riesgos de la estrategia del «lobo solitario» para nuestras organizaciones. Habrá quien me diga que no soy un testigo imparcial en esta causa, con todos los rollos asociativos en los que estoy metido, pero a aquellos les diré que en todo caso, soy un converso. Durante gran parte de mi vida he preferido hacer las cosas «a mi manera», en lugar de realizar el esfuerzo de compenetrarme con otros. Los que me conocéis sabéis que soy bastante social, pero los que me mejor me conocéis, también sabéis que tengo tendencia a aislarme en ciertas cosas, en determinadas situaciones, simplemente por el hecho de que me cuesta mucho consensuar. Seguramente esto tiene que ver con mi biografía (hijo único, empollón de la clase…) y con mi genética (tengo un amigo que dice que veo cosas que otros no ven, pero porque es un tío demasiado cortés como para decirme que a veces no veo cosas que otros ven muy claro). Por tanto, como converso que ha vivido en los dos lados de la frontera, os digo sin duda que me quedo con la colaboración aun a riesgo de perder ciertas comodidades de la autonomía. Tengo claro que la oficina dio un salto de calidad enorme cuando me asocié con Ruth, que mi paso por la escuela de arquitectura como profesor me abrió los ojos a cosas en las que antes estaba ciego gracias a conocer a grandes compañeros y arquitectos, se lo mucho que he aprendido en Esesa, en Económicas, y sobre todo en AJE, sobre como llevar una empresa, gracias al trato con gente excepcional de la que aprendo y sigo aprendiendo todos los días haciendo cosas con ellos. Si tengo que elegir, elijo la colaboración, pero lo cierto es que la colaboración ha pasado de ser una elección a ser en muchos casos una obligación. 

Tenemos ejemplos en nuestras calles de negocios en los que el agente autónomo, el jugador independiente, está en vías de extinción. Los gimnasios o las panaderías, por poner ejemplos, ven como la entrada de grandes cadenas (granier, mcfit) con economías de escala en la producción, con organizaciones muy bien engrasadas y con un marketing bien pensado y contrastado por experiencias prácticas, van alcanzando cada vez mayores cuotas de mercado, y se convierten en una competencia feroz frente al autónomo.

El autónomo, por definición, está sólo. Fue una frase que se me quedó grabada de la charla de Juan Freire en el congreso Equiciudad de 2012, en San Sebastián, al que asistí con una ponencia en versión póster que realicé con compañeros de Eam Coopera. El ponente del que os hablo es un biólogo que luego ha seguido trabajando por otros derroteros, pero me da a mi que esto de ser biólogo marca, y que al final lo natural suele ser la explicación de lo social, y de lo empresarial. Estar sólo es muy jodido, y en equipo se pueden hacer grandes cosas, y posiblemente donde más claro se vea esto es en la naturaleza. ¿A que al bicho que se suelen comer los depredadores es al que se separa de la manada? ¿Os imagináis a una hormiga solitaria generando estructuras de galerías subterráneas?

El comercio asociado, por ejemplo, fue una reacción a la irrupción de las grandes cadenas de distribución a todos los niveles de la distribución. Mayoristas y minoristas tuvieron que unirse, para no perecer en un mercado en el que la escala marcaba muchas veces la diferencia. Así, aparecieron las cadenas voluntarias o agrupaciones de mayoristas, y las cooperativas de detallistas, que eran agrupaciones de minoristas. El canal convencional formado por agentes independientes (mayoristas, minoristas, fabricantes) cambia y se producen asociaciones verticales y horizontales.

Las pymes debemos de mirar a nuestro alrededor para conocer nuestro ecosistema, a nuestros competidores, a nuestros colaboradores, a nuestros clientes. En Klic, como arquitectos, estamos en organizaciones profesionales, como el colegio de arquitectos (es cierto que es obligatorio, pero también lo estaríamos si fuese voluntario), para aprender de nuestros compañeros, en organizaciones multisectoriales como AJE y REM para aprender de otros empresarios, en organizaciones sectoriales como el grupo de construcción de AJE y el de CEAJE, para establecer alianzas con otros miembros de nuestro sector, en clusters de empresas con un objetivo concreto como el Cluster Andalucía Smart city, para buscar socios con los que acometer proyectos en común, y además tenemos estrecha relación con centros docentes de diversa índole (universidad, escuelas de negocio, centros de formación profesional) porque es la manera de no perderle el pulso a las novedades y conocer el talento joven. Para mirar más allá de nuestras fronteras, hemos confiado en los programas de Extenda, gracias a los cuales hemos conocido la realidad de nuestra profesión en otros países. En todos esos sitios nos hemos movido con mente abierta, y hemos conocido gente muy diversa, aprendiendo siempre algo de cada uno. Tanto desde la perspectiva del aprendizaje, como desde la perspectiva del networking, la búsqueda de clientes y la colaboración, hay que buscar estos espacios de relación, así como aquellas personas y empresas con las que se puedan crear lazos y sinergias.

Siempre me han dado mucha envidia los informáticos, y su capacidad y disposición para colaborar en proyectos conjuntos, de manera remota, muchas veces entre personas que ni siquiera se conocen en la vida real hasta que se desvirtualizan. Creo que en gran medida lo consiguen, aparte de por las tics, gracias a tener modelos de crecimiento estructurado, como el del software libre y el crecimiento en tenedor. Actualmente estos modelos colaborativos han aparecido también en el diseño, y en la construcción el BIM es una herramienta que genera una espectacular oportunidad de colaboración entre los distintos agentes de la cadena de la construcción (desde el proyectista al mantenedor), e incluso entre distintos países, el tiempo lo dirá. En el mundo empresarial, el asociacionismo seguirá siendo la clave, y  nuestra capacidad de estructurarnos conforme a los intereses de las empresas marcará nuestro alcance y permeabilidad.

Universidad-Empresa, ¿Un amor imposible?

2017-04-01 11.33.28

En mi doble condición de profesor universitario y de empresario y representante empresarial, me ha pasado más de una y más de dos veces escuchar en reuniones informales frases pronunciadas como dogmas de fe:

«La universidad no te enseña nada, un montón de teoría que luego no se puede aplicar en la vida real»

ó

«La empresa quiere que nuestra oferta formativa se adecue a sus necesidades pero eso  no lo vamos a permitir, sería traicionar nuestra condición de cuna del conocimiento y ponernos al servicio del mercado»

No estoy siendo literal, porque literalmente no me acuerdo, pero pongo sobre la mesa una realidad que he palpado, y es que, si bien la universidad y la empresa no son enemigos acérrimos, tampoco son amantes incondicionales, o al menos viven una relación complicada, como diría facebook.

La relación es mucho más fluida en los espacios de confluencia, en los que yo particularmente me siento como en casa, tales como el rayo verde, edificio compartido entre el Parque Tecnológico de Andalucía y la UMA, o el Link by UMA-Atech, cuna de las startups universitarias malagueñas y en breve de todo el conglomerado universidad-empresa de la UMA. Esto es así precisamente por su condición de espacios híbridos. Desgraciadamente, cuando te mueves en los espacios exclusivos de las empresas o de la universidad, la relación vuelve a complicarse.

Todas estas reflexiones vienen a colación de una invitación a participar en las jornadas de brainstorming del nuevo plan de empleabilidad de la UMA. Para mi fue una experiencia apasionante formar parte del grupo de personas que reflexionaban sobre cómo debía de ser este plan, que había que medir, cómo había que orientar al alumnado y cuáles eran las herramientas de inserción del mismo en el mercado laboral. Participaban profesores, personal de la universidad, alumnos, empresarios, directivos, administraciones y asociaciones empresariales y estudiantiles. Se tocaron muchísimos temas, se vieron diferentes sensibilidades y percepciones de los distintos colectivos y en resumen fue un debate tremendamente enriquecedor. A mi un par de reflexiones se me han quedado en la cabeza, más como preguntas a resolver que otra cosa:

  • Es un hecho que hay ciertas carreras que desde la universidad están orientadas de una manera completamente alejada de lo que el alumno se va a encontrar al salir al mundo laboral y que dicho alejamiento puede llegar a provocar frustración en el alumnado al salir (yo pensaba en la mía, arquitectura, pero vi que no era ni mucho menos un caso aislado, tras una intervención de una psicóloga comentando un tema muy similar en su carrera). ¿Cómo hacemos para que, sin dejar de plantear las cuestiones teóricas claves de una disciplina, o su esencia, los alumnos no se frustren cuando vean que su realidad laboral no va a ser la misma que la universitaria?
  • Parece claro que la formación dual entre los entes formativos y las empresas ayuda enormemente a la inserción laboral; ¿por qué se han conseguido planteamientos muy exitosos de formación dual en la formación profesional, pero no tanto en la universidad?
  • Quizás la más importante de todas las preguntas. Si todos tenemos claro que la relación con el alumnado se da a través de los profesores; ¿Cómo conseguimos que los profesores se impliquen en las cuestiones fundamentales de las que estamos hablando, para llegar a todo el alumnado? La orientación al alumnado es fundamental para no provocar frustraciones;  la inserción laboral del alumnado requiere de la relación con las empresas. ¿Cómo hacemos para implicar a los profesores directamente en estas cuestiones?

Yo ya había tenido contactos respecto al tema de la formación dual desde el ámbito asociativo. Hace menos de un mes había estado en una reunión en Madrid en CEAJE, la confederación española de asociaciones de jóvenes empresarios, en las que se había hablado de la importancia que tiene para las empresas el comienzo de la formación dual en la FPII. Nada se habló de la formación dual con la universidad, el único tema que se trato sobre relación universidad-empresa fue el tema de las becas santander CRUE-CEPYME la que es a mi juicio la mejor herramienta de inserción de estudiantes en el mundo laboral de los últimos años, pero el problema de estas becas es que no son para todos los estudiantes, como si ocurre con la formación dual, sino solo para los que se interesan y son proactivos.

¿Por qué la formación dual no ha llegado a la universidad de la misma manera que a la formación profesional? ¿Es por la esencia práctica de la formación profesional frente a la esencia teórica de la universidad? ¿Es por los diferentes modelos de gestión de la universidad y la FP, una más autogestionada y la otra más dirigida? Estas son preguntas muy relevantes.

Respecto a la relación de los planes formativos con la realidad laboral, parece claro que aquí hay una cuestión de fondo bastante evidente. No creo que nadie piense que filosofía o historia del arte deban dejar de existir porque el mercado no demande filósofos o historiadores del arte, ni que en informática se deban dejar de estudiar las bases teóricas de Turing y centrarse únicamente en los lenguajes con más salidas laborales, pero parece claro que tampoco nos debemos de olvidar de informar a los alumnos sobre cuales serán sus salidas laborales una vez terminen la carrera para no generar frustración. Cuando una psicóloga explicó en la reunión que casi todos sus alumnos querían ser psicólogos clínicos, pero que para eso hacía falta hacer un master en el que menos del 10% entrarían por temas de plazas, no pude evitar pensar en la formación de arquitecto, en la que cuando aprendes en la universidad la teoría sobre proyectar y dirigir obras sales a la calle y te enteras de que apenas 2 de cada 10 arquitectos se pueden dedicar a esto. Me pareció también muy relevante la reflexión de otra compañera que explicaba que en la universidad «aprendíamos a aprender». Creo que esto es muy relevante y nunca se debería perder dirigiendo en exceso al alumnado.

Por último, la parte fundamental de involucrar al profesorado en las acciones de orientación e inserción. ¿Cómo se hace? Obviamente habrá gente apasionada que lo sacará de sus horas libres o a base de sobre esfuerzos, pero si queremos que sea una dinámica generalizada y no algo anecdótico, se deberán de plantear mecanismos para que los profesores lo puedan hacer como parte de su trabajo (obviamente los que quieran, pero tal vez con una figura similar a los descargos por gestión universitaria).

Como conclusión, y sabiendo que mi opinión es totalmente subjetiva en este tema por tener pasión por ambos mundos, el de la universidad y el de la empresa, creo que son dos mundos que sí que pueden enamorarse, y que de ese amor saldrían consecuencias maravillosas, ya que cuando el conocimiento y el trabajo duro se juntan y obtienen recursos los resultados son espectaculares. Si no surge el amor, al menos creo que son dos entes condenados a entenderse y a buscar consensos en los ámbitos de la orientación y de la inserción, por el bien de los alumnos de los unos y los futuros empleados de los otros.