Universidad-Empresa, ¿Un amor imposible?

2017-04-01 11.33.28

En mi doble condición de profesor universitario y de empresario y representante empresarial, me ha pasado más de una y más de dos veces escuchar en reuniones informales frases pronunciadas como dogmas de fe:

«La universidad no te enseña nada, un montón de teoría que luego no se puede aplicar en la vida real»

ó

«La empresa quiere que nuestra oferta formativa se adecue a sus necesidades pero eso  no lo vamos a permitir, sería traicionar nuestra condición de cuna del conocimiento y ponernos al servicio del mercado»

No estoy siendo literal, porque literalmente no me acuerdo, pero pongo sobre la mesa una realidad que he palpado, y es que, si bien la universidad y la empresa no son enemigos acérrimos, tampoco son amantes incondicionales, o al menos viven una relación complicada, como diría facebook.

La relación es mucho más fluida en los espacios de confluencia, en los que yo particularmente me siento como en casa, tales como el rayo verde, edificio compartido entre el Parque Tecnológico de Andalucía y la UMA, o el Link by UMA-Atech, cuna de las startups universitarias malagueñas y en breve de todo el conglomerado universidad-empresa de la UMA. Esto es así precisamente por su condición de espacios híbridos. Desgraciadamente, cuando te mueves en los espacios exclusivos de las empresas o de la universidad, la relación vuelve a complicarse.

Todas estas reflexiones vienen a colación de una invitación a participar en las jornadas de brainstorming del nuevo plan de empleabilidad de la UMA. Para mi fue una experiencia apasionante formar parte del grupo de personas que reflexionaban sobre cómo debía de ser este plan, que había que medir, cómo había que orientar al alumnado y cuáles eran las herramientas de inserción del mismo en el mercado laboral. Participaban profesores, personal de la universidad, alumnos, empresarios, directivos, administraciones y asociaciones empresariales y estudiantiles. Se tocaron muchísimos temas, se vieron diferentes sensibilidades y percepciones de los distintos colectivos y en resumen fue un debate tremendamente enriquecedor. A mi un par de reflexiones se me han quedado en la cabeza, más como preguntas a resolver que otra cosa:

  • Es un hecho que hay ciertas carreras que desde la universidad están orientadas de una manera completamente alejada de lo que el alumno se va a encontrar al salir al mundo laboral y que dicho alejamiento puede llegar a provocar frustración en el alumnado al salir (yo pensaba en la mía, arquitectura, pero vi que no era ni mucho menos un caso aislado, tras una intervención de una psicóloga comentando un tema muy similar en su carrera). ¿Cómo hacemos para que, sin dejar de plantear las cuestiones teóricas claves de una disciplina, o su esencia, los alumnos no se frustren cuando vean que su realidad laboral no va a ser la misma que la universitaria?
  • Parece claro que la formación dual entre los entes formativos y las empresas ayuda enormemente a la inserción laboral; ¿por qué se han conseguido planteamientos muy exitosos de formación dual en la formación profesional, pero no tanto en la universidad?
  • Quizás la más importante de todas las preguntas. Si todos tenemos claro que la relación con el alumnado se da a través de los profesores; ¿Cómo conseguimos que los profesores se impliquen en las cuestiones fundamentales de las que estamos hablando, para llegar a todo el alumnado? La orientación al alumnado es fundamental para no provocar frustraciones;  la inserción laboral del alumnado requiere de la relación con las empresas. ¿Cómo hacemos para implicar a los profesores directamente en estas cuestiones?

Yo ya había tenido contactos respecto al tema de la formación dual desde el ámbito asociativo. Hace menos de un mes había estado en una reunión en Madrid en CEAJE, la confederación española de asociaciones de jóvenes empresarios, en las que se había hablado de la importancia que tiene para las empresas el comienzo de la formación dual en la FPII. Nada se habló de la formación dual con la universidad, el único tema que se trato sobre relación universidad-empresa fue el tema de las becas santander CRUE-CEPYME la que es a mi juicio la mejor herramienta de inserción de estudiantes en el mundo laboral de los últimos años, pero el problema de estas becas es que no son para todos los estudiantes, como si ocurre con la formación dual, sino solo para los que se interesan y son proactivos.

¿Por qué la formación dual no ha llegado a la universidad de la misma manera que a la formación profesional? ¿Es por la esencia práctica de la formación profesional frente a la esencia teórica de la universidad? ¿Es por los diferentes modelos de gestión de la universidad y la FP, una más autogestionada y la otra más dirigida? Estas son preguntas muy relevantes.

Respecto a la relación de los planes formativos con la realidad laboral, parece claro que aquí hay una cuestión de fondo bastante evidente. No creo que nadie piense que filosofía o historia del arte deban dejar de existir porque el mercado no demande filósofos o historiadores del arte, ni que en informática se deban dejar de estudiar las bases teóricas de Turing y centrarse únicamente en los lenguajes con más salidas laborales, pero parece claro que tampoco nos debemos de olvidar de informar a los alumnos sobre cuales serán sus salidas laborales una vez terminen la carrera para no generar frustración. Cuando una psicóloga explicó en la reunión que casi todos sus alumnos querían ser psicólogos clínicos, pero que para eso hacía falta hacer un master en el que menos del 10% entrarían por temas de plazas, no pude evitar pensar en la formación de arquitecto, en la que cuando aprendes en la universidad la teoría sobre proyectar y dirigir obras sales a la calle y te enteras de que apenas 2 de cada 10 arquitectos se pueden dedicar a esto. Me pareció también muy relevante la reflexión de otra compañera que explicaba que en la universidad «aprendíamos a aprender». Creo que esto es muy relevante y nunca se debería perder dirigiendo en exceso al alumnado.

Por último, la parte fundamental de involucrar al profesorado en las acciones de orientación e inserción. ¿Cómo se hace? Obviamente habrá gente apasionada que lo sacará de sus horas libres o a base de sobre esfuerzos, pero si queremos que sea una dinámica generalizada y no algo anecdótico, se deberán de plantear mecanismos para que los profesores lo puedan hacer como parte de su trabajo (obviamente los que quieran, pero tal vez con una figura similar a los descargos por gestión universitaria).

Como conclusión, y sabiendo que mi opinión es totalmente subjetiva en este tema por tener pasión por ambos mundos, el de la universidad y el de la empresa, creo que son dos mundos que sí que pueden enamorarse, y que de ese amor saldrían consecuencias maravillosas, ya que cuando el conocimiento y el trabajo duro se juntan y obtienen recursos los resultados son espectaculares. Si no surge el amor, al menos creo que son dos entes condenados a entenderse y a buscar consensos en los ámbitos de la orientación y de la inserción, por el bien de los alumnos de los unos y los futuros empleados de los otros.

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